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Tuesday, November 21, 2017

Narcotráfico y Valores Morales

Hace unos días en la ciudad de Tumaco se vivieron horas críticas, se presentaron unos hechos de violencia en una operación en la cual resultaron 7 muertos y 3 heridos. Los hechos ocurrieron en el Caserío de Puerto Rico, el cual hace parte de la población de Tumaco, municipio ubicado en la zona costera del pacifico colombiano y hoy por hoy considerada una de las zonas portuarias de mayor embarque de droga en el mundo. Era una manifestación de cultivadores de la mata de coca, o sea la primera cadena en la producción de la droga. La noticia que se expandió dijo que eran dirigentes sociales, que la policía a mansalva los había dado de baja y por supuesto la condena en la prensa no se hizo esperar. El domingo siguiente al hecho, en entrevista que realizo Caracol a uno de los pocos sobrevivientes del acto, se manifestó que no se entendía el acto y que el país tampoco entendía como a unos campesinos la policía se enfrentaba con armas de fuego. Si estuviéramos hablando de cultivadores de papa, café, arroz o tomate, sería más entendible el rechazo de la sociedad, pero estamos frente a unas personas que protestan por que no los dejan cultivar una planta que tanto sufrimiento y dolor ha causado en el mundo y especialmente en Colombia donde tantos muertos hemos aportado. Me imagino que en el mismo instante en que la periodista hacia la nota periodística, paradójicamente yo por mi parte me entrevistaba con unos rectores de Colegio en una de las localidades de Bogotá y hablábamos del micro tráfico y de la influencia en los adolescentes y de los pocos o casi nulos esfuerzos que ellos podrían realizar para no permitir que sus alumnos fueran el blanco predilecto de los narcotraficantes, me explicaban por demás que en la zonas aledañas al colegio, se asentaban usualmente las ollas del narcotráfico y las redes de prostitución donde se expenden a nuestras hijas adolescentes las cuales son víctimas de esta miserable cadena de la droga. En igual forma también recordé los esfuerzos de verdaderos dirigentes sociales que se preocupan por acabar en sus comunidades con el micro tráfico y como sus acciones quedan truncadas ante las amenazas de estos narcotraficantes y la pasividad e inoperancia de la policía para acabar con este flagelo. Y aquí, no estamos hablando de Europa o Estados Unidos, como a veces nos dicen los que defienden el tráfico de estupefacientes. Esto es Colombia y los que son víctimas son nuestros hijos y nuestras familias. Si nos perdemos en la mirada a los arboles perderemos la realidad de este asunto y no miraremos el bosque en su contexto. Por supuesto es rechazable e inexcusable una acción policiaca contra personas indefensas, pero peor aún considero, el que se magnifique y se coloque como dirigentes sociales a las personas que son la cadena inicial en el proceso de producción de la droga y que tanto pero tanto daño están generando en nuestra sociedad. Cuando escuche a la periodista exaltar al “dirigente social” recordé con tristeza como la comunidad estudiantil está siendo degradada a su condición de consumidores y nuestros hijos e hijas sometidos a prostitución para poder pagar las cuotas de su dependencia. Y peor aun, ver que nuestros valores morales, de familia y de sociedad están siendo ultimados por este horrible flagelo.