Dolor de terruño por
el hecho que hoy enluta a mi querida Barranquilla y a nuestro vecino municipio
de Soledad. Inicialmente, las autoridades locales de la ciudad de Barranquilla
y del Departamento del Atlántico, manifestaron que el atentado de la estación
San José en Barranquilla, del CAI del barrio Soledad 2000 y del
perpetrado en Santa Rosa en el Departamento de Bolívar, podría ser en
retaliación a los golpes recientes que se le habían propinado al narcotráfico
en esta zona norte del país. Dicha afirmación fue desmentida por el
comunicado publicado en la página web, por el autodenominado Frente de
Guerra Urbano Nacional del ElN en el cual se atribuyó la autoría de uno de los
ataques: el que ocurrió en la mañana de este sábado, contra una estación de Policía
en Barranquilla, que dejó un saldo de cinco muertos y 43 personas heridas,
grupo que en forma irónica y sarcástica finalizan su comunicado manifestando
que, como grupo “persisten con la misma determinación, en la solución política
al conflicto social y armado que vive el pueblo colombiano, en un diálogo de
Paz que atienda las voces de los más necesitados y excluidos”
A mi no me cabe la
menor duda que ambas posiciones la inicial de las autoridades en cuanto a la
retaliación de narcotraficantes por los golpes recientes propinados por
la policía a esta estructura y la de la confesión de este grupo narcoterrorista
son ciertas y coincidentes. Para nadie es un secreto que ante el abandono o
venta de esta actividad ilícita por parte de las FARC el grupo que más se ha
beneficiado con ello ha sido el ELN y por supuesto que el móvil de este
atentado es la respuesta o advertencia de un grupo narcoguerrillero hacia
la policía nacional para que cese las acciones hacia el narcotráfico en esta
parte del país. Con razón la justicia norteamericana investiga las membresías
que este grupo le habría vendido a narcotraficantes y porque no decirlo también
a la Guerrilla del ELN.
Esto que hoy ocurre
en Barranquilla y Soledad es el resultado de pasar durante el diálogo de paz
con las FARC de 40.000 hectáreas de cultivo a mas de 200.000 hectáreas. Si
antes del “acuerdo de paz” teníamos duda si éramos o no una narcoeconomía, hoy
no podemos negar que el narcotráfico nos está asfixiando, toca todos las
regiones del país y especialmente las ciudades portuarias. No existe ningún
móvil justificable para un acto tan cobarde y miserable como el perpetrado por
estos narcoguerrilleros. Con este acto demuestran que su única motivación de sedición
ante las autoridades gubernamentales es el negocio ilícito del narcotráfico.
Hoy en redes sociales
he recibido innumerables mensajes de las gentes de mi tierra levantando sus
voces en rechazo a esta narcoguerrilla y enarbolando el himno que tantas veces
hemos cantado por esa emoción inmensa de haber nacido en la “ilusión del Caribe
blanco-azul” y en la “Savia joven del árbol nacional”
Ante este miserable
atentado terrorista perpetrado por el ELN en la pequeña patria que me trajo al
mundo, levanto mi voz de protesta y me solidarizo con el dolor de las familias
que han sido víctima de este deplorable acto. Igualmente, me uno a las
voces que solicitan que el gobierno colombiano rompa cualquier intento de
diálogo y responda con fortaleza contra este grupo de narcoguerrillero. A mis coterráneos
los insto a que denuncien a estos narcoguerrilleros y que no permitamos que se
nos cambie nuestra idiosincrasia de paz y alegría y que elevemos una oración
y le pidamos a nuestro señor reciba en su seno a nuestros héroes Freddy
de Jesús López Gutiérrez, Yossimar Márquez Navarro, Anderson René Cano Arteta,
Freddys de Jesús Echeverría Orozco, Yamil Rada Muñoz, Manuel Galvis Contreras y
a Ferney Alexander Posada.
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